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La conciliación de la vida laboral y familiar en el SERMAS.

JOAQUÍN VILLENA. Getafe 19/07/18
Últimamente desde algunas instancias, se está intentando poner solución a la escasez de pediatras y médicos en la Comunidad de Madrid, que afecta tanto a profesionales como a ciudadanos. También se quiere solucionar el problema de la conciliación de la vida laboral, familiar y personal, cuestión muy importante para todos los trabajadores del SERMAS.
Ambos asuntos son muy serios y nada fácil de abordar y arreglar por sí solos de forma individualizada. Pero la cosa se complica aún más si los dos problemas los unimos, absurdamente, como solución uno del otro a través de la reducción de la actividad asistencial normal en los centros de salud de Atención Primaria.
VEAMOS:
El problema no se resuelve con un cambio en el horario de finalización de las consultas y el consiguiente adelanto del inicio de la atención de urgencias. Ese parche no sería más que el fruto de un análisis simplista e interesado de tal calibre, que no solo iría en detrimento de la Atención Primaria (centros de salud), sino que tendría graves repercusiones, también, en la Atención Especializada (hospitales), vía sobrecarga de las urgencias hospitalarias, sin menospreciar las consecuencias negativas que asimismo alcanzarían, de una u otra forma, a las urgencias extrahospitalarias (SUAP, SAR…).
Lo quieren revestir de “conciliación de la vida laboral y familiar”, pero esto nada o muy poco tiene que ver con la actual escasez de plantillas, con la dificultad de encontrar suplentes o con la falta de recursos económicos, etc… verdaderos males que aquejan la atención sanitaria en el Sistema Nacional de Salud. Sólo conciliando la vida familiar nada de lo
anterior quedaría resuelto.
Conciliar la vida familiar cuesta dinero, y no lo hay porque no lo ponen. Incrementar el presupuesto sanitario, o no hacerlo, es una decisión política y no hay que ser ningún lince, para ver que no hay ninguna voluntad de hacerlo, y menos en Atención Primaria, sobre todo en la Comunidad de Madrid, dónde tan solo se destina el 10-11% del presupuesto
sanitario, cuando la media española está por encima del 15% (hay quienes están muy por encima de este porcentaje). En Madrid, estamos en el furgón de cola de toda España.
Aumentar el número de plazas vía MIR, de médicos, pediatras, enfermeros…, aumentar las plantillas orgánicas de todo el personal que trabaja en el sistema público de salud (incluido de personal no sanitario), dar estabilidad en el empleo, ofrecer mejores condiciones económicas, suplir todas las ausencias por cualquier motivo, hacer más atractiva la AP,… cuesta dinero, y tanto la financiación del Estado como el presupuesto autonómico destinado a Sanidad no permiten dar salida y resolver tanta escasez de recursos y tanta mala planificación acumulada durante tantísimos años.
Con medidas como las que se han publicado en los medios de comunicación tras las declaraciones de nuestros ‘espléndidos’ e ‘innovadores’ dirigentes y cargos políticos de la Consejería de Sanidad y del SERMAS, no sólo no se solucionaría nada, sino que muy al contrario, serían aprovechadas para mandar para casa a todos, o casi todos, los no fijos, que entonces sí, tendrían todo el tiempo del mundo para conciliar su vida, a la vez que conseguiríamos tener unas consultas mucho más masificadas de lo que ya lo están ahora para los que tuvieran la suerte de mantenerse en sus puestos de trabajo.
https://www.redaccionmedica.com/secciones/medicina-familiar-y-comunitaria/el-plan-de-madrid-para-impulsar-la-ap-conciliacion-y-
mejor-retribucion-9449
No nos engañemos, no buscan conciliar la vida familiar, personal y laboral de nadie. ¿Cuándo han mostrado al más mínimo interés en resolver, tan siquiera, uno de los problemas de los trabajadores?
Este repentino interés por la conciliación familiar responde únicamente a que han visto
en ella una forma de reducir el gasto destinado a Sanidad o en el mejor de los casos,
usar lo ahorrado, por esta vía, a otros capítulos de gasto, a costa del trabajador y del usuario.
No podemos ser tan ingenuos de creer que conseguiremos conciliar la vida familiar recortando
los horarios de atención ordinaria a la población, -verdaderos paganos de esta medida, sin sufrir las consecuencias que todos intuimos. Entones ¿por qué seguirles el juego?
¿Queremos alcanzar la conciliación de nuestra vida laboral con la familiar a costa de los puestos de trabajo de nuestros compañeros?
Pretender conciliar la vida familiar a coste cero para la administración es renunciar a considerarla como un derecho del trabajador. Un derecho que no nos van a conceder gratuitamente sino que lo tendremos que conquistar. Intentaran ‘colárnoslo’ a costa de renunciar a otros derechos, y no, esos los defenderemos; no podemos consentir que sigan
arrebatándonos ni uno más.
“Los Derechos no se conceden, se conquistan y se defienden” (Noam Chomsky)
Poner los puestos de trabajo y a la atención a la población madrileña en un plato de la balanza
en contrapeso a la conciliación de la vida laboral y familiar, es una temeridad que además podría dar la puntilla a nuestro ya maltrecho sistema sanitario público, para gran regocijo de algunos políticos y de muchas empresas y compañías de seguros privadas que ya están afilando sus dientes y sus garras. Las tres cosas deben ser irrenunciables, no intercambiables.
Son necesarias otras políticas. Hace falta la decisión política de destinar recursos humanos y económicos para la Sanidad en general y para la Atención Primaria en particular. Pero aun así, no sería suficiente si no admitimos que conciliar la vida familiar, supone en sí mismo un incremento presupuestario que hay que estar dispuestos a asumir, como lo es subir el tiempo de permiso por paternidad con políticas de igualdad, o combatir la violencia de género,… que dicho sean de paso, también son medidas que tienen su coste económico. Todas ellas supondrán un gran beneficio social con importantes reportes económicos para el país a medio y largo plazo (pero esto ya sería para tratar en otro artículo). Conciliar la vida profesional
con la familiar, es una decisión política, que supone, sí, un gasto económico, pero también un coste electoral positivo o negativo; no lo olvidemos.
Todo esto ha de ser tenido en cuenta por los encargados de negociar sobre este y otros temas, en beneficio de la población y no en su perjuicio; y ser, todos, conscientes de ello.

Joaquín Villena García.
Enfermero de Atención Primaria
Miembro del Grupo Coordinador de la Plataforma de Centros de Salud de Madrid.

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