Saltar al contenido

Siete lecciones sobre la crisis del virus del Ébola

Siete lecciones sobre la crisis del virus del Ébola

La infección de Teresa Romero ha evidenciado la importancia de la formación y la prevención de riesgos en el trabajo, así como el alcance de los recortes sanitarios.

En el plano político ha demostrado que la coordinación entre administraciones es necesaria y que el mejor antídoto ante el caos es la transparencia.

Elena Herrera

Actualizada 12/10/2014 a las 20:23

Ha pasado una semana desde que se confirmó que había resultado infectada por ébola una de las técnicas de enfermería que trató al religioso repatriado desde Sierra Leona Manuel García Viejo. Teresa Romero sigue aislada en el Hospital Carlos III de Madrid intentando luchar contra un virus que en África ha acabado con la vida de más de 4.000 personas. Su caso, marcado por los errores y la falta de transparencia, deja todavía muchos interrogantes abiertos. Entre ellos, saber cuándo fue el momento exacto de la infección, por qué no hubo más control sobre los profesionales que habían estado en contacto con pacientes con el virus o por qué en un primer momento se trasladó a Teresa a un centro no preparado para tal eventualidad, el Hospital de Alcorcón.

Pero el primer caso de contagio del virus del Ébola fuera de África –este domingo se confirmó que un sanitario de EEUU está contagiado– también deja algunas certezas y enseñanzas. Ha puesto sobre la mesa la necesidad de tomarse en serio la formación de los trabajadores ante situaciones de riesgo y de elaborar protocolos de actuación rigurosos. Ha evidenciado el alcance de los recortes sanitarios y las consecuencias de decisiones políticas como la de acabar con el único hospital referente en infecciosos de toda la Comunidad de Madrid. También ha demostrado cómo la coordinación entre administraciones es necesaria para enfrentar crisis de este tipo y que el mejor antídoto ante el caos, los bulos y las informaciones sin contrastar es la transparencia.

01. protocolos públicos

Una de las cuestiones más criticadas desde que, ya el pasado abril, se detectaran en España dos casos sospechosos de ébola que resultaron negativos, ha sido la ausencia de protocolos de actuación públicos y transparentes en los centros sanitarios. Estas reivindicaciones ganaron más peso en agosto, cuando el Gobierno decidió repatriar desde Liberia al misionero Miguel Pajares, que finalmente murió a causa del virus. Responsables sindicales y de colectivos profesionales de La Paz –son profesionales de este hospital los que atienden a los contagiados en el Carlos III– aseguran que el plan de actuación ante posibles casos sólo está disponible en la intranet del hospital para los todos trabajadores desde el pasado martes 7 de octubre. Antes sólo habían tenido acceso a él por cauces “extraoficiales”. De hecho, tres escritos de enfermeros de los servicios de Urgencias y Cuidados Intensivos presentados al consejero de Sanidad y a la gerencia de su centro sanitario en los meses de abril, julio y agosto ya reclamaban tener acceso a esos protocolos. “Creemos que los responsables de gestionar esta crisis han minimizado el riesgo y han jugado a que el ébola no iba a llegar”, puede leerse en uno de esos documentos, fechado el 7 de agosto, un día después del traslado a España de Pajares.

Por otro lado, los profesionales sanitarios denunciaron que el plan de actuación de La Paz en el que se basaron para tratar a Pajares y López Viejo –ahora reformado– tenía demasiados puntos flacos. No incluía directrices específicas sobre el trabajo de los técnicos de enfermería (son los que tienen un contacto más directo con las secreciones del paciente o con otros elementos como orina, heces o vómitos), tampoco contenía información específica sobre qué precauciones tener a la hora de practicar procedimientos o cuidados médicos o enfermeros a un paciente con ébola o sobre cómo actuar una vez que la persona infectada ha fallecido, que es uno de los momentos más críticos desde el punto de vista de los posibles contagios.

Este jueves, cuatro días después de que se confirmara que Teresa había resultado infectada y ante una escalada de críticas de los colectivos médicos y enfermeros, el Ministerio de Sanidad decidió modificar los protocolos de actuación ante posibles contagios. Fue la primera ocasión desde el inicio de la crisis en la que, aunque de forma tácita, el departamento de Ana Mato dio a entender que algo no se había hecho bien hasta el momento. Desde entonces se cataloga como “personal de riesgo” a cualquier profesional sanitario que entre en contacto con un paciente infectado, lo que obliga a la Administración a establecer un “contacto diario y continuo” a través de una llamada “directa” de teléfono para ver su evolución. Antes de esta modificación los profesionales no estaban sometidos a control y sólo debían dar información si tenían algún tipo de síntoma.

02. la Importancia de la formación

La infección de Teresa también ha puesto sobre la mesa el debate de la seguridad de los trabajadores y la falta de previsión. En diferentes textos enviados a la gerencia del Hospital de La Paz y al consejero Rodríguez, los trabajadores han puesto por escrito en los últimos meses la falta de formación sobre cómo atender a posibles casos de ébola. En una comunicación del 7 de agosto –un día después de que aterrizara en Madrid el religioso Miguel Pajares– el personal de enfermería se quejaba de que no conocía cómo manejar los trajes que tendría que utilizar a la hora de tratar al paciente y que ni los habían visto ni habían podido hacer simulacros con ellos. También recordaban que, según el artículo 17 de la Ley de Prevención de Riesgos Laborales, el empresario debe proporcionar los equipos y “velar por el uso efectivo de los mismos”.

Las quejas sobre la seguridad han sido generalizadas entre los sanitarios. El personal del Carlos III ha criticado que los trajes que usaron para atender a los religiosos eran dos niveles inferiores a los que se consideran más seguros, los de tipo 4, con respiración autónoma. No obstante, el protocolo del hospital –al que tuvo acceso infoLibre– no especifica qué tipo de traje protección es el óptimo.

Sobre el asunto de la falta de previsión estos últimos días tanto en el PP como en el Gobierno algunos dirigentes han venido haciendo autocrítica en privado. Estas voces señalan que fue un error no empezar a preparar el terreno en agosto, cuando se produjo el traslado de Pajares. Mantienen que hubiera sido bueno establecer unas rutinas y unos protocolos más estrictos. Haber empezado ya en esos momentos con el comité especial que comenzó a dar sus primeros pasos este mismo viernes con una reunión a las siete de la tarde.

03. Dotación de medios

En el centro de la polémica de estos días ha estado la carencia de medios para atender al ébola. Sobre este punto pusieron el acento inspectores del Centro Europeo para la prevención y el Control de las Enfermedades (ECDC) que, tras visitar desde el pasado jueves 9 de octubre las instalaciones del Hospital Carlos III, concluyeron que su infraestructura actual “no está diseñada para cubrir este tipo de emergencias”. Esta constatación, hecha por expertos de la agencia europea sobre enfermedades infecciosas –que creen, no obstante, que las actuaciones “que se han llevado a cabo y continúan realizándose tienden a mejorar” las instalaciones–, vienen a refrendar las quejas del personal sanitario, que venía denunciando en los últimos meses la carencia de recursos para atender a posibles casos de ébola. De hecho, cuando comenzó el proceso de integración con La Paz, en el Carlos III se cerraron la UCI, los laboratorios de microbiología, el servicio de anatomía patológica o el banco de sangre, tal y como se describe en una notificación enviada al juzgado por profesionales de enfermería que, sin embargo, fue archivada.

Sobre las instalaciones, profesionales sanitarios han asegurado infoLibre que las esclusas (las habitaciones puente que dan acceso a las estancias de aislamiento donde están los pacientes infectados y en la que los profesionales se desprenden de los trajes y el material infectado) son tan pequeñas que sólo cabe una persona y que no hay en ellas el espacio suficiente para deshacerse del traje “con comodidad”. “Es un sitio pequeño, incómodo para hacer una labor que es crítica y que puede durar hasta cuarenta minutos. De hecho, los compañeros que indican cómo se retira el traje tienen que permanecer fuera de la estancia y observar el proceso a través de una ventana tipo ojo de buey. Llegaron incluso a instalarse unos espejos para que la visualización de esta persona fuera mejor”, detallaba un médico. Este domingo en rueda de prensa, el coordinador del centro de Alertas y Emergencias del Ministerio de Sanidad reconoció que las esclusas “parecían un poco pequeñas”.

Por otro lado, la infección de Teresa ha puesto encima de la mesa el debate sobre si fue una buena decisión convertir el Carlos III, un centro especializado en pandemias y enfermedades infecciosas y emergentes, en un hospital de media y larga estancia, un proceso muy criticado por los profesionales sanitarios y que sólo la llegada del virus ha logrado paralizar de forma momentánea, pues Ignacio González dijo el pasado agosto –después de este centro recibiera al primero de los misioneros fallecidos– que seguía adelante con sus planes. El Boletín Oficial de la Comunidad de Madrid publicó el pasado jueves 9 de octubre la formalización del contrato de las obras para remodelar las plantas tercera, cuarta, quinta y sexta de ese hospital por un valor de 1,2 millones de euros. El jefe del Ejecutivo regional ya advirtió el pasado verano de que su Gobierno “no” tenía “problema” en ceder el Hospital Carlos III como centro de referencia nacional para enfermedades contagiosas como el ébola, siempre y cuando sea “ordenado, pagado y conveniado por el Estado y objeto de financiación por parte del Estado”. Este viernes, preguntada sobre este asunto, la vicepresidenta dejó abierta la posibilidad.

Asimismo, tal y como desveló infoLibre, el Gobierno de Esperanza Aguirre desmanteló en abril de 2008 dos organismos clave para el control de crisis como la del ébola. La Consejería de Sanidad aprobó entonces una nueva estructura que se llevó por delante a la Dirección General de Salud Pública, que tenía entre sus funciones estaba la del control de las epidemias. Los médicos ya denunciaron en su momento el grave error que suponía eliminar organismos que había desempeñado un papel clave en crisis como la de las vacas locas. Desde la Consejería destacan que desaparecieron estos entes pero no sus funciones.

04. Un gabinete de crisis a tiempo

En cuanto se conoció que la técnica de enfermería Teresa Romero había resultado infectada cargos del Ministerio de Sanidad, la Consejería de Sanidad de la Comunidad de Madrid y responsables médicos de La Paz-Carlos III se reunieron en un gabinete de crisis. Sin embargo, la actividad de este órgano fue muy cuestionada por su escasa transparencia. La ministra Mato compareció el lunes en una rueda de presa en la que apenas intervino y dejó que fueran otros cargos autonómicos o ministeriales los que llevaran las riendas de una convocatoria que dejó muchas preguntas sobre la mesa y no contribuyó en absoluto a generar una sensación de tranquilidad y de que el Ejecutivo tenía las cosas bajo control, tal y como admitieron después dirigentes del PP y del Gobierno. Desde entonces nada más se supo del trabajo de ese gabinete porque no elaboró ningún documento oficial del que se diera traslado a la ciudadanía.

El viernes 10 de octubre, cinco días después de que se confirmara que una trabajadora había resultado infectada, la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría informó de que ella misma asumiría la gestión de la crisis a través de la creación de un comité especial en el que están implicados varios ministerios. Este comité se reúne una vez al día. La primera información oficial que difundió fue en la noche del viernes. La decisión de crear este comité se produjo después de cinco días de evidente descoordinación entre el Gobierno central y la Comunidad de Madrid. Aunque se interpretró como una forma de desautorizarla, la ministra Mato, en la misma tarde del viernes, declaró su “satisfacción” por la puesta en marcha de un grupo de seguimiento que, a su juicio, es una forma de “institucionalizar la coordinación que ya existía”, algo que considera “un gran acierto”. A pesar de las críticas no reconoció equivocación alguna e insistió en que en los últimos días desde el Ministerio de Sanidad, la Comunidad de Madrid y las comunidades autónomas se había trabajado “con la máxima responsabilidad, transparencia, coordinación y colaboración”.

05. Colaboración entre administraciones

El hecho de que el consejero de Sanidad de la Comunidad de Madrid, Javier Fernández, no estuviera en la rueda de prensa del lunes –mandó a dar la cara a sus técnicos– ya evidenció las tiranteces entre la Administración central y regional. Ese gesto no sentó nada bien en el ministerio. La realidad es que durante toda la semana se ha evidenciado una falta de coordinación entre ambas administraciones. Las dos han intentado sacudirse el bulto remitiendo la una a la otra, lo que ha provocado finalmente que cayera una losa de opacidad sobre muchos asuntos.

La coordinación tampoco parecía muy engrasada con el Gobierno, que tardó cinco días en tomar las riendas de esta crisis. La primera vez que el presidente Rajoy habló sobre este tema fue el miércoles por la mañana en el Congreso, donde hizo una llamada a la calma. Esa misma tarde habló de nuevo para presumir de que sus colegas europeos –con los que se había reunido en una cumbre sobre el empleo– le habían felicitado y comentado que las cosas se estaban “haciendo muy bien” en España en relación a la crisis del ébola. Este viernes visitó junto al presidente madrileño, Ignacio González, el Hospital Carlos III, donde fue recibido por trabajadores que le lanzaron guantes de látex.

06. dar información

La gestión de la comunicación se considera unos de los principales fracasos estas crisis. Así lo denuncian colectivos sanitarios, organizaciones sindicales del sector y partidos de la oposición. También lo han reconocido, aunque en privado, cargos del PP y del Gobierno. No obstante, relegar a Ana Mato de la gestión de la crisis es la constatación de que algo no se estaba haciendo bien. En la rueda de prensa del lunes ni la ministra ni el resto de cargos políticos o profesionales médicos que la acompañaron contribuyeron a dar sensación de tranquilidad. Desde Milán, donde se reunión con sus colegas europeos en una cumbre sobre empleo, Mariano Rajoy dijo que el Ejecutivo daría una rueda de prensa o emitiría comunicados sobre la evolución de la situación cada vez que fuera “necesario”.

Sin embargo hasta este viernes, cuando el grupo especial liderado por la vicepresidenta del Gobierno tuvo su primera reunión y emitió una rueda de prensa, apenas se había difundido información de manera oficial. De hecho, el primer comunicado sobre el número de personas bajo vigilancia y su estado se difundió en la noche del viernes, cinco días después de que se informara de que Teresa había resultado contagiada. Este domingo, en un gesto acertado, el Ejecutivo puso al frente de la comunicación a Fernando Simón, el coordinador del centro de Alertas y Emergencias del Ministerio de Sanidad. Esta carencia de cauces oficiales e interlocutores claros ha provocado que los periodistas acabaran acudiendo a fuentes sanitarias o sindicales e uniendo datos con las escasas declaraciones políticas.

Pero el trabajo de los informadores también ha sido criticado por llevar a cabo prácticas poco acordes con la deontología profesional. En sus ediciones en papel, tres periódicos de tirada nacional (El Mundo, ABC y La Razón) llevaban en portada este domingo 12 de octubre una fotografía de Teresa en su habitación realizada desde la calle. Público, El País o El Periódico de Catalunya también las difundieron en sus páginas web en la tarde del sábado, aunque estos dos últimos las retiraron ante las quejas de los lectores. La publicación de esta imagen, difundida por la agencia Reuters, generó cierta indignación en las redes sociales, donde se reprochó a estos medios la nula relevancia informativa de esa fotografía y que hubieran vulnerado el derecho a la intimidad de la paciente.

Por otro lado, la página web de la cadena Cope publicó a última hora de la tarde del jueves una noticia en que daba cuenta del fallecimiento de Teresa Romero. Poco después retiró la información y negó haberla publicado, pero el enlace sí existía aunque nunca se llegase a colocar en la portada de la web. Los diarios del grupo Vocento, entre los que están ABC o El Correo, difundieron en la noche del jueves la noticia de que la técnica de enfermería sería incinerada sin autopsia.

07. no criminalizar a la víctima


El miércoles 8 de octubre, tras casi 48 horas de especulaciones sobre qué pudo ocurrir para que Teresa Romero resultara infectada por el virus del Ébola, la propia afectada entró en acción. En varias entrevistas concedidas a periódicos y televisiones dejó caer que el fallo pudo estar en el momento de quitarse el traje de protección, si bien no aseguró en ningún momento tener la certeza de que había ocurrido así. Germán Ramírez, el jefe de Medicina Interna del Hospital La Paz, dijo ese mismo día ante los medios que la técnica sanitaria le había reconocido hasta en tres ocasiones que pudo tocarse la cara con uno de los guantes al retirarse una parte del traje de protección. Aunque la profesional, que está aislada en el Hospital Carlos III no confirmó en ningún momento que esta información fuera correcta, la Administración regional se lanzó a cargar las tintas contra ella.

Y entró en acción el consejero de Sanidad madrileño, Javier Rodríguez, quien se abonó a la excusa del error humando para sacudirse responsabilidades. Pero fue demasiado lejos. Llegó incluso a llamar mentirosa a la paciente –”pudo haber estado mintiendo sobre su fiebre”, aseveró–. Frente a las quejas de los sanitarios sobre sus trajes, que “no hace falta un máster” para aprender a ponérselos y quitárselos. A pesar de que lleva tres décadas en cargos públicos en cargos públicos, preguntado sobre si había sopesado la posibilidad de admitir responsabilidades políticas y dimitir por este asunto, dijo que no se lo planteaba, pero no tendría problema en hacerlo porque él es médico de profesión y por eso tiene “la vida resuelta”. “Yo llegué a la política comido”, aseguró.

La campaña de criminalización del responsable autonómico fue secundada por la derecha mediática. El diario ABC llevó a su portada del jueves 9 de octubre unas supuestas declaraciones de la técnica de enfermería en las que afirmaba “No le conté a mi doctora que estuve en contacto con el ébola”. Y también por algunos canales de televisión como Telemadrid. La cadena pública madrileña, en su informativo de mediodía del jueves, abundó en la tesis sostenida por el consejero. “No avisó del posible contagio, no se identificó, siguió su vida normal sospechando estar infectada . Recordemos que posteriormente se fue incluso a la peluquería a depilarse. Pero en casa sí que se lo advirtió a su marido y ahí sí que tomo medidas preventivas. Y no comunicó la fiebre alta cuando sabe que este es un síntoma importante para detectar el ébola. Este cúmulo de incógnitas retrasaron de manera definitiva la detección de la enfermedad y la aplicación del tratamiento”, narró uno de sus profesionales según recoge la página web SalvemosTelemadrid.

Un capítulo aparte merece la televisión pública de Castilla-La Mancha, que primero obvió la información –su director, Nacho Villa, ordenó el lunes no dar noticia alguna hasta que compareciese Mato– y después frivolizó con la tragedia de Teresa Romero. La presentadora del programa No nos moverán, Yolanda Guirado, inició la emisión del miércoles con una parodia de muy mal gusto sobre el contagio sufrido por la técnica de enfermería ataviada con guantes de látex.

http://www.infolibre.es/noticias/politica/2014/10/13/lecciones_crisis_del_ebola_22580_1012.html

IMG_5066.JPG

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.